CRÍTICAS DE CINE
ALL INCLUSIVE | COMEDIA - PM16 - 92’
BUENA
ORIGEN: Argentina, 2018. DIRECCIÓN: Diego Levy y Pablo Levy. CON: Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud, Campi. GUIÓN: Diego Levy, Pablo Levy e Ignacio Sánchez Mestre. FOTOGRAFÍA: Luciano Badaracco. MÚSICA: Darío Ramos Maldonado.
“All inclusive” es una película de momentos. Cuando descansa en esos diálogos precisos y punzantes sobre los que van construyéndose los personajes suma puntos. Mucho más incómoda luce al momento de apelar a la comedia física, pasajes en los que resigna frescura y bordea el lugar común. Al momento de apreciar el todo, la mirada es positiva. Vale entonces este abordaje de los hermanos Levy -Diego y Pablo- a un género no demasiado visitado por el cine argentino. Y son películas como “All inclusive” las que aportan variedad -otros puntos de vista, al fin y al cabo- y traccionan público a las salas.
Pablo (Alan Sabbagh) es arquitecto y Lucía (Julieta Zylberberg), modelo publicitaria. La pareja surfea una relación en la que no todo marcha tan bien como parece. Unos días de descanso en Brasil parecen la solución óptima, pero cuando llegan a la paradisíaca playa de Trancoso van acentuándose los roces. En ese juego participan Gilberto (Mike Amigorena), anfitrión y entretenedor todo terreno, y el matrimonio de chicas argentinas que integran Ana María (Marina Bellati) y Mariana (Mariana Chaud). En el caso de Pablo y de Lucía, quedará claro que lo que pasa en Brasil, decididamente, no queda en Brasil.
Los apuntes teñidos de realismo que cruzan “All inclusive” -el sexo, un porro ocasional, las vidas para nada particulares de los protagonistas- abren la puerta de la empatía. Hay situaciones y reacciones que de tan verosímiles generan identificación con la historia que los Levy van narrando. Estiletazos verbales para nada forzados.
No es muy feliz la decisión de hacer brasileño a Amigorena. La jeringoza en la que habla suena más porteña que portuguesa (el chiste que se esperaba era develar su condición de argentino) y su Gilberto termina siendo una caricatura. Nada que ver con lo ajustados que lucen Sabbagh y Zylberberg en sus roles. A la pareja no le sobra química, pero tampoco le falta.
El empeño exhibido por los Levy para desarrollar “All inclusive” (además de dirigir escribieron el guión, en este caso junto a Ignacio Sánchez Mestre) se diluye un poco al final. El problema no es lo previsible, nada que reprochar tratándose de una comedia romántica, sino lo veloz y simple que resulta ese desenlace. Tal vez se corresponda con el carácter mismo de la película, que de pretenciosa no tiene nada. Y esa también es una virtud.